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sábado, 10 de noviembre de 2018

La olvidada épica de Finochietto


Pero este Hopital Argentino de la Primera Guerra habría pasado al olvido de no haber sido por la capacidad de investigación de la historia de la medicina, el amor por las imágenes y la curiosidad de otro médico argentino. César Gotta, gastroenterólogo y radiólogo, que comenzó a reconstruir esta historia cuando alguien le pidió que diera una charla sobre algo que el desconocía: un hospital argentino en París. Solo las familias de los médicos y benefactores conocían los hechos.
En su libro Apoyo de sanidad de los argentinos a los franceses en la Primera Guerra, él reconstruye la epopeya y consigue fotos únicas.Desde la sala de enfermos, el quirófano, las 18 ambulancias que iban a buscar a los soldados heridos directamente en el frente de batalla y que llegaban en tren a la estación parisina de Passy, el equipo radiológico y el hercúleo traslado de los heridos, desde esas trincheras pantanosas y letales, bajo la implacable artillería y el gas enemigo.
Junto al doctor Mario Sanguita, ortopedista argentino residente en la Picardie, obtuvieron datos que nadie conocía de esta historia. Descubrieron también que hasta hubo una maternidad argentina en el frente. Enrique Beretervide era un joven doctor que iba a especializarse en pediatría. “Amaba escribir, las imágenes, las fotos. Y era totalmente francófilo. Yo tenía dos años y me enseñaba a pronunciar “bleu-blanc-rouge”, los tres colores de la bandera francesa, y a cantar La Marsellesa”, recuerda Gloria Bereterbide, su nieta y productora de documentales. Murió cuando ella tenía 2 años.
Fue sobre sus Memorias de Guerra, un libro escrito con la experiencia en los Hospitales de Sangre, donde estuvo en el frente, y en el Hopital Argentino, como pudieron reconstruir la épica decisión de este grupo de argentinos en la Primera Guerra. Él fue uno de sus mayores inspiradores. Hasta contó una anécdota de los preparativos, cuando el famoso cirujano Chutro rechazó el cargo de director por ser un proyecto incierto que llevaría de argentino solo el nombre. Con poca paciencia, Alvear respondió: ”Lo que pasa es que ustedes son unos parados en la loma”. El maestro se calzó la galera y se fue sin saludar a nadie, en medio de un impresionante silencio.
El Hospital alcanzado por las bombas lanzadas por las fuerzas de la artillería alemana.
El Hospital alcanzado por las bombas lanzadas por las fuerzas de la artillería alemana.
Los vaivenes del hospital son magistralmente contados en su libro de memorias por Beretervide. Como cuando la sala de radiología era supervisada por un sacerdote con una larga barba, otro veterano del frente. Allí evoca ese día de abril de 1919, cuando llegaron al hospital 80 heridos ingleses del frente de Amiens. Sesenta, limpios y curados, fueron evacuados por barco a Londres y el resto, distribuidos en los “maravillosos castillos que habían sido cedidos como hospitales. Con la llegada de la terrible ‘gripe española’ tuve que firmar más certificados de defunción durante los últimos meses que durante todo nuestra actuación en el Hopital Argentin”, relata Beretervide.
Los soldados llegaban de las trincheras, embarrados, con la ropa sucia y el pelo impregnado de gas mostaza, con su olor característico, los excrementos mezclados con agua hasta las rodillas. Eso provocaba infecciones y era esencial “descontaminarlos” al entrar al hospital. Muchos llegaban con pie de trinchera, por estar con los pies húmedos. Francia reconoció a los médicos argentinos con la medalla de Bronce y diferentes grados de la Legión de Honor.
Hoy el 14 de la rue Claretie es una calle privada de París en uno de sus barrios más distinguidos. El edificio del viejo hospital está intacto, con un primer piso de balcones floridos. Nadie conoce en esta generación la vieja historia de hace un siglo.
Las fotos fueron cedidas por la Facultad de Medicina, Biblioteca Central Juan José Manuel Montes de Oca; Colección de H. César Grotta. Reproducciones de Noel Smart.

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